La política de defensa argentina (2015-2019) al borde del abismo

Esta nota conforma lo que hemos dado en llamar "miradas amigas" y resulta ser parte de aportes de profesionales de la defensa sobre diversos temas. Estos aportes no necesariamente representan la opinion de "Mirada Estrategica" y sus aseveraciones y/u opiniones quedan en la exclusiva orbita de sus autores.


El fracaso de los militares de la Fundación Pensar[1]

“La guerra es un asunto demasiado serio
para dejarla en manos de los militares”.
Político y periodista francés (1841-1929)
Primer Ministro y Ministro de Guerra (1917-1920)



[1] Este artículo es un adelanto del paper “Adios a las Armas” próximo a publicarse en Perspectivas. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Rosario, realizado en el marco del Programa Posdoctoral de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (2019-2020). Una versión más corta de este artículo fue publicada en El Cohete a la Luna https://www.elcohetealaluna.com/las-ratas-abandonan-el-barco/.


Por el Dr. Sergio Eissa
Dr. en Ciencia Politica

El 3 de diciembre de 1990, el presidente Carlos Menem (1989-1999) ordenó reprimir el cuarto levantamiento carapintada encabezado, en esta oportunidad, por el coronel Mohamed Alí Seineldín. Esta represión exitosa puso fin del período de consolidación de la democracia argentina, iniciado el 10 de diciembre de 1983 con el triunfo del radical Raúl Alfonsín (1983-1989), y marca también el fin de las Fuerzas Armadas como un actor principal (1880-1966) y como partido militar (1966-1983) del sistema político argentino. A partir de ese año podemos sostener con claridad que se alcanzó el control civil de las Fuerzas Armadas[1].
            Desde entonces hasta el fin del gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), las capacidades militares de las Fuerzas Amadas se han deteriorado gradualmente sin que exista una perspectiva de que dicha situación se revierta. Mientras que el presupuesto en defensa nacional alcanzaba en el año 1989 el 2,4% del PBI[2] y hacia el año 2018 solo alcanzaba al 0,9%[3].
            Como ya hemos señalado en otro trabajo, la caída del presupuesto comenzó a partir del año 1990 (Eissa & Ferro Ariella, 2018), durante la implementación de la política neoliberal y no como resultado de ella, con lo cual la afirmación de Escudé no es correcta. Se trata, sin más, de lo que Ernesto López, citado por Luciano Anzelini, definió, a mediados de la década de 1990, como un “desarme de hecho”, es decir, un encogimiento de la estructura defensivo-militar como expresión de una coyuntura económica regresiva y de fuertes ajustes fiscales, sin ningún tipo de evaluación estratégica acerca de la reconversión y modernización castrenses.

            En efecto, el Instrumento Militar de la defensa nacional ha vivido cuatro (4) procesos de reformas. El inicial, que le dio forma a las Fuerzas Armadas nacionales, modernas y de masa, fue producto de la iniciativa del presidente Julio Roca (1880-1886 y 1898-1904) y sus Ministros de Guerra Luis María Campos (1898-1899) y Pablo Riccheri (1900-1904) entre fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX. La segunda fue impulsada por el presidente Marcelo T. de Alvear (1922-1928) y su Ministro de Guerra Agustín P. Justo (1922-1928). La tercera fue iniciativa del presidente Juan Domingo Perón (1946-1955) y que se plasmó en la Ley Nº 13.234 de 1948 y en la posterior creación del Ministerio de Defensa en 1949 (Ley Nº 13.529 de 1949). La última reforma fue emprendida durante el gobierno del presidente Illia (1963-1966), primero en el Ejército, cuando era conducido por el Teniente General Juan Carlos Onganía (1963-1965) y concluida la tercera presidencia de Juan Domingo Perón (1973-1975), a través de los decretos decreto Nº 956 del 28 de marzo de 1974, por el cual se aprobó el Plan Nacional de Construcciones Navales Militares, que fue ratificado por la Presidenta María Estela Martínez de Perón a través del decreto Nº 768 del 5 de septiembre de 1974. En el caso de la Fuerza Aérea Argentina se plasmó a través de los decretos 10.430/1965S, que aprueba la compra de los aviones A4-B; el 1.710/1970S, que aprobó el Contrato 70/III de compra de los Mirage III; el 2.705/1968S; 4.026/1968S; y 5.273/1968S de compra de los aviones Hércules; entre otros.
            Todas estas reformas fueron exactamente eso: “reformas”. O, dicho de otra manera, de las Fuerzas Armadas nacionales de masas, herederas de la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871), y pasando por la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), hasta llegar a la Doctrina de Seguridad Nacional (Ley Nº 16.970/1966), hija de la Guerra Fría (1947-1991) y las hipótesis de conflicto con Chile y Brasil; todas estas iniciativas -nos gusten o no- no se limitaron a la compra de armamentos, sino que el Instrumento Militar fue sometido a una profunda adecuación de la realidad internacional, regional y nacional[4] y esos cambios involucraron su despliegue, organización, doctrina, adiestramiento y, por supuesto, los sistemas de arma armas.
            Desde que se alcanzó el control civil de las Fuerzas Armadas ninguna iniciativa, ya sea la ley Nº 24.948 de Reestructuración de las Fuerzas Armadas y los documentos elaborados en el marco de los planeamientos de la defensa nacional (1996-1999, y 2009-2011 y el iniciado en el año 2014[5]) fueron implementados. Se produjeron cambios, se incorporaron sistema de armas que fueron parches, paliativos para ajustar el Instrumento Militar a una sola variable: la realidad presupuestaria[6]. Ni siquiera las enseñanzas de la Guerra de Malvinas (1982) lograron cristalizar -salvo en lo que refiere al accionar conjunto y muy incipientemente- en un diseño del Instrumento Militar y en la incorporación de medios que se adecuara al entorno estratégico de Argentina.

Los años que los militares hicieron caer en desgracia a los militares
La renuncia de Cnel. Hugo Pierri como Subsecretario de Asuntos Militares y Planeamiento Estratégico, y de Cnel. Jorge García Mantel como Director General de Planeamiento y Estrategia, acólitos del carapintada José Gómez Centurión. Ha llevado, como señaló correctamente Luciano Anzelini, a un abismo en donde se adoptaron las hipótesis de empleo de los Estados Unidos con respecto al Narcotráfico y el Terrorismo, y Argentina queda indefensa y, en consecuencia, sin capacidad para brindar apoyo a la política exterior en temas tales como Malvinas, la Antártida y el Atlántico Sur. Estos militares, junto con el marino retirado, Marcelo Serángeli, integrantes de la Fundación Pensar -usina de pensamiento del macrismo – se incorporaron a la gestión de Julio Martínez y, en menor o mayor medida[7] – tomaron las riendas del Ministerio.
            Los fracasos son múltiples que señalaremos solamente algunos.

Institucional
La Dirección General de Planeamiento y Estratégica paralela del Ministerio de Defensa, dirigida por Jorge García Mantel, bajo la conducción de Hugo Pierri, desplazó y echó a los profesionales del la Dirección y de la Subsecretaría, y no fue capaz de escribir una Decreto Reglamentario de la Ley de Defensa, que reemplazara el Decreto Nº 727 y una Directiva de Política de Defensa Nacional. Jorge García Mantel, junto a los los también militares retirados El Nayar, Justet y Guerra (uno por fuerza), escribieron tales esperpentos desde diciembre de 2015 hasta el 2018 -como por ejemplo, la amenaza de una escisión de la Patagonia provocada por los pueblos originarios financiados por ONG´s extranjeras, principalmente británicas, y el peligro que representaba que el castro-guevarismo-chavista se hiciera de armas nucleares-, que la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Jefatura de Gabinete tuvo que efectuar profundos cambios a los delirios que se habían incluido originalmente. Una de las primeras tareas que habrá de realizar la nueva gestión es reconstruir el Ministerio con profesionales civiles y militares retirados que sepan de defensa y entiendan la actual realidad internacional, regional y nacional.
            Es tal el desastre que García Mantel sostenía que la  argentina jamás entregaría la bandera  al carro triunfal de China, Rusia y Venezuela, y renuncia a su cargo luego de haberla entregado al Comando Sur de los Estados Unidos. Asimismo, las incoherencias y las improvisaciones se reflejan que éste ex funcionario afirmaba en enero de 2016 sostenía que el Teniente General César Milani había enviado ilegalmente tropas del Ejército al norte que “sólo estaban viaticando”, asesorando su retiro ese año; en el año 2018 recomendó -siguiendo la Doctrina Milani- enviar esas tropas al norte nuevamente y sin cobertura legal. Así es familia militar: solo existe una resolución ministerial que no deroga la Ley de Seguridad Interior Nº 24.059 y que tampoco modifica el Código Procesal Penal. Aquel que mate a un narcotraficante le espera -luego de las felicitaciones correspondientes- el mismo destino que a Chocobar: la cárcel.

Presupuesto
El presupuesto de la “función defensa” para el año 2019 será de $ 71.042.483.247, mientras que el del Ministerio de Defensa ascenderá a $ 102.838.290.570. Esto significa en términos nominales aumentos del 24,98% y del 25,83% respectivamente. ¿A qué se debe esta distinción que estamos haciendo? Los datos de la función de defensa agrupan aquellos programas destinados específicamente a la defensa; mientras que los correspondientes al Ministerio incluyen presupuestos destinados a las funciones educación y salud, por ejemplo.
            ¿Qué pasa si pasamos estos datos a dólares? Tomando como base un dólar a $ 40 para el 2018 y de 49,25 para el año 2019[8], el presupuesto de la “función defensa” ascendería a U$S 1.442.486.969,48; es decir, un aumento del 1,51%. En cuanto al Ministerio de Defensa pasaría a U$S 2.088.087.118; es decir, un aumento de apenas 2,20%.
            Estos datos muestran una caída del -41,64% para el Ministerio de Defensa con respecto al año 2015 y del -42,18% si medimos la “función defensa”. Observemos detenidamente los siguientes gráficos.
            Si tomamos como referencia el peor año del gobierno de Raúl Alfonsín (base 100=1989) podemos observar como el presupuesto destinado a la defensa nacional desciende durante los años ´90, se recupera durante el kirchnerismo -que solo logra mantener el presupuesto en torno al 1% del PBI- y vuelve a descender durante la gestión del actual gobierno. Claramente a los gobiernos de centroderecha argentinos no les interesa la defensa nacional: en vez de ser halcones son palomas. Su proyecto de país del neoliberalismo no necesita Fuerzas Armadas sino “Guardias Nacionales”. Esto surge claramente de la lectura del Decreto Nº 683/2018 y de la Directiva Política de Defensa Nacional 2018.




Fuente: Elaboración propia en base a datos de las Cuentas de Inversión (1993-2015) y Presupuestos (2016-2018).

El gasto de defensa como porcentaje del PBI (1959-2019)
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de SIPRI (2018) y estimación propia para el año 2019.

Si se desagrega el presupuesto por “objeto del gasto”, es decir a qué se destina, la situación es aún más desoladora. Mientras que el Inciso 1 corresponde a sueldos y pensiones, el Inciso 4 corresponde a Bienes de Uso: es en este último donde se imputa la adquisición (compra o fabricación propia de sistemas de armas).

Fuente: Elaboración propia en base a datos de las Cuentas de Inversión (1993-2015) y Presupuestos (2016-2018).


Los picos muestran las principales adquisiciones que se han realizado durante los últimos años. Aquí no se está efectuando una valoración cualitativa sobre lo que se compró, pero podemos señalar brevemente que a fines de los años ´90 se incorporó el sistema de armas A4 AR, sin que se garantizara la cadena logística. El año pasado empezaron a llegar los Texan T-6 que, pese a las declaraciones del gobierno, no sirven para la lucha contra el narcotráfico sino simplemente para aprender a volar. A esto último agreguemos que, de acuerdo a las declaraciones del Jefe de la Fuerza Aérea Argentina, nuestros pilotos no se entrenarán más en aviones a reacción (¿será el fin para el desarrollo nacional del avión a reacción IA 63 Pampa?).

Gasto en Inciso 4 (Equipamiento Militar)

Fuente: Elaboración propia en base a datos de las Cuentas de Inversión (1993-2015) y Presupuestos (2016-2018).


Finalmente, la distorsión presupuestaria de la defensa nacional tampoco será resuelta a futuro; por el contrario, la relación empeorará. Mientras que en el año 2015 el inciso 1 (sueldos y pensiones) representaba el 77,15% del total, en el 2019 esa cifra ascenderá al 83,52%. Por su parte el inciso 4 (equipamiento) pasará del 4,57% al 2,51%. Es sintomático que estos números también empeoren durante los gobiernos neoliberales. Observemos el cuadro que se presenta a continuación del gráfico.


1993
2003
2007
2015
2019
Inciso 1
69,57
79,74
70,97
77,15
83,52
Inciso 4
2,09
1,82
5,95
4,57
2,51

Concomitante, la gestión en materia de industria de defensa ha sido desastrosa.
La nueva gestión del Ministerio de Defensa tendrá que dar cuenta de esta larga problemática y buscar un financiamiento específico -siguiendo el ejemplo de Chile (al que tanto la derecha argentina gusta de citar)- para recuperar en el corto plazo capacidades militares para el Siglo XXI con una adecuación de la orgánica y el despliegue. Es decir, una reforma integral de todo el Sistema de Defensa Nacional.
Adiestramiento
Hugo Pierri y García Mantel han entregado la bandera argentina al Comando Sur de los Estados Unidos involucrando a las Fuerzas Armadas en Ejercicios Combinados que tienen como hipótesis de empleo al narcotráfico y al terrorismo, sino que han dejado sin financiamiento para el adiestramiento de nuestros hombres y mujeres de la Fuerzas Armadas: 70% menos de horas de vuelo para la Fuerza Aérea Argentina; 60% menos de días de campaña para el Ejército; y 0 días de navegación para la Armada Argentina.
            A esto se le suma que enviaron a pilotos de la Fuerza Aérea Argentina a derribar aviones con droga con los T-6C Texan que no están armadas. En el hipotético caso que los pilotos logren derribar una aeronave con sus nueve milímetros, el Decreto Nº 228/2016 tampoco puede modificar la Ley de Seguridad Interior Nº 24.059 y el Código Procesal Penal. O sea, lo más probable es que terminen procesados.

Sistemas de Armas
La Fuerza Aérea Argentina prácticamente ha perdido sus capacidades de interceptación y bombardeo y compraron los citados Texan para adiestramiento, cuando nuestro país hermano Brasil ofrecía los Super Tucanos con los que nuestros técnicos tenían experiencia y que además estaban artillados. Se están entregando aviones IA-63 Pampa que tienen fallas en el asiento eyector.
            La Armada Argentina recibirá los Super Etendard SEM 5 cuando no tiene portaaviones (¿No hubiera sido comprar aviones de combate para la Fuerza Aérea Argentina?); unas OPV, lanchas patrulleras que podrían ir a la Prefectura Naval; y no tenemos submarinos: se perdió el ARA San Juan presuntamente por falta de mantenimiento y el ARA Santa Cruz está parado en los astilleros porque no han previsto presupuesto para este año.
            El Ejército Argentino recibió en una gran ceremonia sistemas de armas reciclados y armamento liviano para su función ilegal en la frontera norte.

En el borde del Abismo
Como sostuvo Luciano Anzelini en El Cohete a la Luna, las Fuerzas Armadas se asoman a un abismo a donde las han conducido durante esta gestión militares retirados. Pero lo más grave es que esto provoca que Argentina se quede sin capacidad de maniobra en materia de política exterior. ¿Quién respaldará las decisiones que se adopten? ¿Quién le creerá a la Argentina cuando quiera adoptar determinados cursos de acción en el escenario internacional?
            La irrelevancia del país se ha profundizado. No hemos vuelto al mundo, en todo caso estamos en el último de los infiernos del Dante junto a otros países que no pesan en la política internacional. Estamos hablando de la tercera economía de América Latina y el 8º país en extensión territorial.
            El ex canciller Zeballos sostenía a fines del Siglo XIX que la Argentina era el país menos preparado de la Tierra en materia de asuntos internacionales. Hugo Pierri y Jorge García Mantel son un claro ejemplo. Abandonan el barco; dejan el Ministerio cuando por fin una profesional que sabe de defensa debe lidiar con este legado en solo seis meses. Se suman al partido liderado por Gómez Centurión -que nuevamente traicionará a la familia militar – porque solo les interesa emular a Franco, a Vox o tal vez, más bien, a Calígula, Nerón y Lucio Aurelio Cómodo Antonino.



[1] Eissa, Sergio (2015), ¿La irrelevancia de los Estados Unidos? La política de Defensa Argentina (1983-2010). Buenos Aires: Arte y Parte.
[2] Eissa, Sergio & Ferro Ariella, Paula (2018), “La política de defensa. Una mirada presupuestaria”, Defensa Nacional. Revista Científica, Año 1 Nº 1. Buenos Aires: Universidad de la Defensa Nacional.
[3] SIPRI (2019), “Yearbook 2018. Armaments, Disarmament and International Security. Resumen en español. Stockholm: Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI).
[4] La última reforma iniciada en 1966 y culminada en 1976 se hizo en base a la inserción de Argentina en el bloque occidental durante la Guerra Fría (1947-1991) -ver cita anterior-, a la Doctrina de Seguridad Nacional y su correlato en el Plan Cóndor, y a las hipótesis de conflicto con Brasil y Chile. El aparato represivo que llevó a cabo el Terrorismo de Estado a partir de 1976 se hizo en base al despliegue dispuesto por esa última reforma.
[5] El planeamiento iniciado en el año 2014 quedó trunco por decisión el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) y su Ministro de Defensa Julio Martínez (2015-2017).
[6] Hubo planes específicos de los Fuerzas.
[7] Las iniciativas de Marcelo Serángeli fueron permanentemente obstaculizadas por Julio Martínez y sus asesores directos.





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